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Con el dolor incapacitante que a veces ocasiona la regla elevado a rango superior por obra y gracia del gobierno español, me he puesto a pensar que es muy necesario levantar mi voz contra una de las mayores injusticias que se han cometido contra los hombres en las últimas décadas.
Y es que la medida que sobreprotege sin necesidad alguna a las mujeres, que ya podían acogerse a una baja por esta razón dentro de lo que sería una enfermedad común, debe ocasionar un movimiento social en defensa del sexo masculino que reclame derechos similares. Poco se habla del dolor de huevos, y por fin ha llegado el momento de hacerlo.
Centenares de asociaciones y organismos deben unirse para recoger firmas a favor de un nuevo epígrafe en el Ley de salud sexual. La intención es corregir el agravio comparativo que supone que el dolor de huevos que sufren miles de hombres a diario no dé lugar a un permiso retribuido desde el primer día. Gracias a la solidaridad colectiva y la movilización a pie de calle, las cajas con los documentos rubricados por los miles de personas que apoyarán a esta minoría oprimida que reclamará los mismos privilegios que las mujeres serán presentadas ante el Ministerio de Igualdad. Por fin el dolor de huevos recurrente dejará de ser un estigma, una afección que sufrir en silencio y por la que avergonzarse delante de los compañeros de oficina.
Como un efecto mariposa, la iniciativa se extenderá por las redes sociales y provocará una corriente de solidaridad con el castigado hombre español. La protesta se replicará en varios países y dará lugar a todo un fenómeno viral bajo el hashtag #MyBallsToo. El apoyo de medios y celebridades disparará el interés sobre este tema, ayudando a sortear las fases necesarias para mejorar la legislación y corregir una deuda histórica con el hombre. Señores, nunca más habrá que fingir y agachar la cabeza.
#MyBallsToo será imparable y provocará que por fin los hombres estén orgullosos de sus dolores testiculares. Muchos dirán que la picaresca ocasionará un torrente de bajas laborales por dolor agudo de huevos, pero es obvio que no, como tampoco ocurrirá con las bajas menstruales, según sus defensores. De todos es sabido que rara vez un trabajador finge una enfermedad leve para no ir a trabajar. Son mitos que #MyBallsToo destruirá a golpe de tuit y muchas naciones comenzarán a desarrollar nuevas legislaciones en esta línea, para compensar la brecha de género que a todas luces perjudica al castigado género masculino.
El dolor de huevos, también conocido como blue balls (bolas azules), suele relacionarse con la excitación sexual no resuelta, aunque numerosos estudios demuestran que puede resultar una reacción psicosomática a políticas misándricas. Es decir, que cuando nos tocan los huevos, nos duelen. Las consecuencias son inflamación, picor, tensión, y unas ganas locas de quemar edificios oficiales. El movimiento #MyBallsToo tiene cuerda para rato, y viene a poner voz a esos discursos disidentes que reivindican el derecho al descanso por un dolor que ya no debe permanecer en la oscuridad.
Será ley. Y así hombres y mujeres serán iguales, con su epígrafe protector correspondiente negro sobre blanco.
¿Qué no? ¿Te han sonado a cachondeo mis reflexiones?
Así de absurda es la sección que han redactado para las mujeres y que ha incluido el Ministerio de Igualdad en la reforma de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, que continua su tramitación tras agotarse el plazo de enmiendas el pasado 19 de octubre de 2022. Una auténtica vergüenza y un esperpento, equivalente a la sarta de tonterías que he soltado en mis anteriores párrafos.