Vacunas: una bomba para la salud pública
29 octubre, 20245 de noviembre 2024
Durante décadas, nos han repetido hasta el cansancio que las vacunas son uno de los mayores éxitos de la medicina moderna. Sin embargo, detrás de esta narrativa existe una realidad mucho más oscura.
La vacuna contra la polio lleva décadas presentándose como un hito en la erradicación de enfermedades. Bajo la etiqueta de “polio” se han agrupado múltiples enfermedades que nada tenían que ver con el poliovirus, y las campañas de vacunación masiva, lejos de ser la solución definitiva, han causado más problemas de los que se admiten públicamente.
Diagnósticos confusos: ¿qué era realmente la "polio"?
Antes de que las vacunas se convirtieran en la respuesta “obligatoria” para combatir la polio, el diagnóstico de esta enfermedad era terriblemente impreciso. En la primera mitad del siglo XX, prácticamente cualquier caso de parálisis, sin importar su causa, era etiquetado como "polio". Inflamaciones, enfermedades derivadas de envenenamiento, meningitis... todo esto y mucho más era polio.
Estas condiciones no eran causadas por el poliovirus. De hecho, hasta 1958 no se utilizaban pruebas de laboratorio para confirmar si un paciente realmente tenía el virus de la poliomielitis. ¿El resultado? Un diagnóstico erróneo masivo que infló los números y creó la ilusión de que la polio era una epidemia descontrolada.
Según explica el oncólogo y terapeuta holístico Nicholas González, especialista también en inmunología y nutrición, en 1949, considerado un año epidémico en Estados Unidos, se registraron 42000 casos de polio y 2700 muertes. A pesar del alarmismo que rodeaba la enfermedad, la mayoría de los infectados tenían síntomas leves o eran asintomáticos.
En áreas urbanas de bajos ingresos de la década de 1940, hasta 90% de la población mostraba anticuerpos contra la polio sin haber experimentado síntomas graves. Aunque las muertes y los casos de parálisis aumentaron en la década de 1950, no alcanzaron los niveles de una verdadera catástrofe sanitaria, como se describía en los medios insistentemente.
González sugiere que el uso indiscriminado de antibióticos y la excesiva protección higiénica a los niños y bebés destroza la inmunidad natural e incrementa la posibilidad de desarrollar enfermedades graves.
Cambios en los criterios diagnósticos por arte de magia
En 1955, justo cuando la vacuna de fue introducida, hubo un cambio radical en los criterios para diagnosticar la polio. Antes de ese año, si una persona sufría parálisis, incluso si se recuperaba en 24 horas, era diagnosticada con poliomielitis. Después de la introducción de la vacuna, los médicos debían esperar 60 días antes de confirmar un caso de polio paralítica. Si el paciente se recuperaba antes de ese periodo, no se contabilizaba como polio.
¿Qué implicó este cambio? Simple: los casos de polio paralítica disminuyeron drásticamente, no porque la vacuna fuera un milagro, sino porque las reglas para contar los casos se hicieron mucho más estrictas. Es decir, se manipuló el diagnóstico para dar la impresión de que la vacuna era un éxito. Entre 1955 y 1957, el número de casos reportados cayó, pero esta caída ya estaba predeterminada por el simple hecho de que se había cambiado la definición de la enfermedad.
Las vacunas: ¿solución o nueva amenaza?
La vacuna oral desarrollada por el doctor Sabin en 1960 (conocida como OPV, Oral Polio Vaccine), que se utilizó en muchos países durante décadas, causó graves problemas. Aunque estaba diseñada para prevenir la enfermedad, usaba un virus vivo atenuado, lo que provocaba que, en algunos casos, la vacuna misma causara polio.
Jonas Salk, el propio creador de la vacuna inyectable en los 50, advirtió sobre los peligros de la vacuna OPV. Dijo claramente que esta vacuna podía causar polio en las personas vacunadas o en aquellos que estaban en contacto con ellas. Y tenía razón.
¿Qué sucedió con la OPV? En varios países, incluida Argentina hasta 2019, se utilizó este tóxico a pesar de que causaba brotes de polio. Brotes de poliomielitis derivados de la vacunación se registraron en varios países durante décadas. En algunos casos, las cepas del virus de la vacuna mutaban y se propagaban en comunidades donde las condiciones sanitarias eran deficientes. Irónicamente, la solución que se nos vendió estaba creando más casos de la misma enfermedad que se suponía debía erradicar.
China, Egipto, Haití, Madagascar y Filipinas, entre otros países, han sido víctimas de brotes de polio y síndromes asociados derivados de la vacuna, como desarrollan los doctores Harry F. Hull, del Departamento de Salud de Minnesota, y Philip D. Minor, de la División de Virología del Instituto Nacional de Normas y Control Biológicos, en el Reino Unido en el artículo ¿Cuándo podemos dejar de utilizar la vacuna oral contra el poliovirus?
Hull y Minor sugieren que eliminar las vacunas de este tipo y redirigir los fondos a otras causas de salud pública sería la opción ganadora, en un contexto en el que la continuidad de las vacunas orales provoca más problemas de los que soluciona.
La justificación para la vacunación: un miedo exagerado
Para promover la vacunación masiva, siempre se ha utilizado una estrategia muy efectiva: el miedo. Las imágenes de niños en pulmones de acero y las campañas del terror en los medios de comunicación convencieron a la población de que la polio era una amenaza inminente para todos. Pero lo que no se mencionaba es que, en realidad, solo un pequeño porcentaje de los infectados por poliovirus desarrollaba parálisis. De hecho, la mayoría de las personas infectadas ni siquiera presentaban síntomas graves.
Las autoridades y los medios de comunicación crearon una narrativa de terror que llevó a la vacunación masiva sin una evaluación crítica de la verdadera magnitud del problema.
El caso de Filipinas: vacunaciones masivas sin justificación
Después de uno de los tifones más fuertes azotaron Filipinas, en 2013, se comenzó a vacunar masivamente a los niños: más de 500.000 niños en las áreas afectadas fueron pinchados en tiempo récord. A pesar de que las tasas de sarampión han sido muy bajas y han estado en declive, y que no se han registrado casos de polio desde 1993, se continuó vacunando a los niños contra estas enfermedades.
Los Estados Unidos no tardan en desplegar sus ejércitos de vacunación porque el sector farmacéutico necesita nuevos mercados. Brotes atípicos de sarampión y polio aparecieron tras estas campañas, lo que hizo recelar a la población local, con muchos ciudadanos filipinos resistiéndose a estas vacunaciones impuestas.
Más recientemente, en 2022, se certificó un aumento aproximado del 700 % en los casos de poliovirus circulantes derivados de la vacuna, de acuerdo con las conclusiones de un informe del CDC que rastreó casos entre enero de 2021 y diciembre de 2022.
Intereses económicos y políticos: el verdadero motor de las vacunas
Las vacunas son una industria multimillonaria. Las empresas farmacéuticas llevan décadas lucrándose enormemente con la venta de vacunas y las posteriores dosis de refuerzo.
Las campañas de vacunación masiva no solo se justifican en términos médicos. También sirven como una estrategia política para mostrar “logros” en salud pública, aunque los datos detrás de estas campañas no siempre encajen con este entusiasmo. La polio, que ya estaba disminuyendo debido a mejores condiciones sanitarias, fue usada como bandera para la vacunación, aunque no era la causa de muchas de las enfermedades diagnosticadas como tal.
Antes de aceptar cualquier intervención médica, debemos cuestionar las narrativas oficiales y buscar la verdad detrás de las cifras. Las vacunas, lejos de ser un logro intocable, han dejado un legado de efectos secundarios y preguntas sin respuesta.
Es hora de replantearnos lo que creemos saber
En los últimos años, el entramado sanitario-político ha tratado de imponer las vacunas a enormes muestras poblacionales. Por ejemplo, en Filipinas, se atribuyeron 2 casos en 2019 a la polio, excusa para desatar una agresiva campaña para vacunar ni más ni menos que al 95% de la población menor de 5 años. Es una táctica habitual de control poblacional. El caso de India en 2011 es tristemente célebre: una sola campaña bien planeada se saldó con 48 mil casos de parálisis y muertes.
Más recientemente el profesor Didier Raoult, reconocido especialista en enfermedades infecciosas, ha lanzado comentarios críticos sobre la vacuna contra la polio aplicada actualmente en Gaza. Raoult señaló que el virus utilizado en esta vacuna es un virus vacunal, es decir, creado por el hombre, y que su uso ha incrementado los casos de polio en la región. Raoult asegura que hay 30 veces más síndromes poliemelíticos causados por los pinchazos que por el propio virus.
La vacuna contra la polio que la OMS planea distribuir en Gaza es la nueva vacuna oral contra la polio tipo 2 (nOPV2). En 2023, el copresidente de la Iniciativa para la Erradicación Mundial de la Polio (GEPI), que también es director adjunto de la Fundación Bill y Melinda Gates, admitió que esta vacuna puede causar parálisis. Un informe de un grupo de investigación indonesio reveló datos de los ensayos de la nOPV2, mostrando que un 40% de los participantes sufrió eventos adversos graves, además de una diseminación prolongada del virus, lo que podría ser especialmente perjudicial en áreas con condiciones sanitarias deficientes. Basándose en análisis de aguas residuales, Israel y la OMS han decidido administrar esta vacuna a 600.000 niños palestinos, a pesar de conocerse su potencial para causar parálisis.
¿Por qué muchas personas consideran que las vacunas son seguras?
La respuesta podría estar en la falta de información y en suposiciones erróneas. La FDA no realiza pruebas directas de las vacunas, aunque la mayoría de la gente lo da por sentado; en cambio, son los fabricantes quienes presentan sus propios informes, seleccionando la información que desean compartir.
Además, en lugar de comparar las nuevas vacunas con placebos, como se hace con otros medicamentos, a menudo se contrastan con fórmulas anteriores o sustancias tóxicas, lo que da la impresión de seguridad sin ofrecer una evaluación imparcial.
Las vacunas pueden contener componentes como virus provenientes de animales (simios o aves), que se introducen en el organismo, así como aluminio, mercurio y proteínas derivadas de fetos humanos, entre otros elementos. Dado que las enfermedades son el resultado de una combinación entre genética y entorno, algunos niños no presentan reacciones adversas a estas inyecciones, mientras que otros sí pueden sufrir sus consecuencias. Esta diferencia es un espejismo sobre el verdadero alcance las vacunas.
Alternativas: la visión de Jack Kruse
Jack Kruse, neurocirujano de formación, no es solo un médico; es un guerrero contra la desinformación. Su crítica abarca no solo la industria farmacéutica, sino también la interconexión entre tecnología y salud pública. En su discurso, su visión holística ofrece un nuevo camino que busca el bienestar.
Kruse invita a repensar la forma en que se aborda la salud. Su enfoque integral, que integra biología, entorno, prevención y personalización, proporciona una nueva perspectiva sobre cómo podemos cuidar de nuestra salud. En un mundo donde la medicina a menudo se centra en el tratamiento de síntomas, la filosofía de Kruse resalta la necesidad de un entendimiento más profundo y completo de lo que significa estar saludable.
Las técnicas holísticas, que incluyen cambios en el estilo de vida como la mejora de la dieta, la reducción del estrés y la actividad física regular, también pueden jugar un papel en la prevención de enfermedades infecciosas, entre ellas la polio.
Otra opción que ha emergido como una estrategia prometedora en el tratamiento de diversas enfermedades, como la poliomielitis y ciertos tipos de cáncer, es la inmunoterapia. Este enfoque implica el uso de anticuerpos monoclonales, que son proteínas diseñadas para unirse específicamente a los virus y neutralizarlos. Aunque esta técnica se centra principalmente en tratar a personas que ya han sido infectadas, también podría tener aplicaciones preventivas en individuos con alto riesgo de exposición. La inmunoterapia podría ayudar a reducir la carga viral y limitar la gravedad de la enfermedad
Kruse ha investigado durante años la relación entre tecnología, política y salud pública, destacando aspectos muy oscuros detrás del desarrollo y la administración de las vacunas. Sostiene que algunas vacunas contra la polio, desarrolladas en cultivos de tejidos de riñón de mono en los años 60, contenían rastros de SV40 (un virus propio de los simios). Este virus, de acuerdo con la teoría que él expone, habría sido un riesgo inadvertido para la salud pública. A lo largo de los años, estudios científicos han discutido la relación entre SV40 y ciertos tumores, especialmente aquellos relacionados con el cerebro, los huesos y el sistema linfático. La posible contaminación de la vacuna contra la polio con *SV40* se convierte en uno de los pilares de las críticas de Kruse hacia las instituciones médicas y su manejo de la vacunación.
Alton Ochsner, un renombrado médico y figura política, fue contactado por la CIA debido a la enorme preocupación por los efectos potenciales del virus SV40. La misión era clara: investigar el virus y encontrar formas de mitigarlo. Sin embargo, lo que inicialmente parecía una intervención médica legítima, según Kruse, se convirtió en una serie de experimentos secretos relacionados con la manipulación genética y el uso de radiación.
En la búsqueda de una solución, se experimentó con radiación en animales infectados, con resultados nefastos: en lugar de erradicar el virus, lo hicieron más letal y capaz de provocar cáncer con gran rapidez.
La teoría de Kruse sostiene que los resultados fallidos de estos experimentos no fueron abandonados, sino redirigidos hacia un propósito más siniestro. Según su versión, el proyecto se transformó en una operación secreta de la CIA para crear un arma biológica que podría ser utilizada en contextos geopolíticos clave, en medio de la Guerra Fría o las tensiones con Cuba.
Los experimentos con la vacuna contra la polio y el virus SV40 no es solo una revisión histórica; es también una advertencia contemporánea. Durante la pandemia de COVID-19, Kruse ha expresado un escepticismo profundo hacia la gestión de las crisis sanitarias por parte del gobierno y las instituciones médicas. Según él, la historia del SV40 y la vacuna contra la polio le enseñaron a no confiar ciegamente en la narrativa oficial, especialmente cuando involucra biotecnología y salud pública.
A pesar de ser presentada como un triunfo de la medicina moderna, la historia de la polio revela un entramado de diagnósticos imprecisos, cambios en los criterios de evaluación y efectos adversos graves asociados a las vacunas. La combinación de intereses económicos, manipulaciones estadísticas y campañas de miedo ha distorsionado la percepción pública sobre la verdadera naturaleza de estas sustancias que destrozan vidas. Y el hecho es que la vacuna de la polio daña más de lo que cura y ninguna persona en este mundo la necesita.
Referencias:
Laboratory Data on the Detroit Poliomyelitis Epidemic 1958 | G.C. Brown | Journal of the American Medical Association, vol. 172. Feb 1960.
The present status of polio vaccines | H. Ratner, 1969.
Polio Vaccination, still causing polio after all these years | Children’s Health Defense, 2019.
How the U.S. case might tie into the global upswing in polio | NPR, 2022.
Surging cases have dashed all hope polio might be eradicated | Science, 2019.
Polio vaccination and vaccine-associated paralytic poliomyelitis, VAPP | World Journal of Virology, 2012.
VIDEO: Did the polio vaccine really eradicate polio? | Suzanne Humphries, MD, 2012