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Navegar por las secuelas del COVID-19 ha planteado importantes retos en los últimos años, con un exceso de restricciones y mandatos aplicados en nombre de la salud pública. Organizaciones como SaaStr siguen aplicando directrices que algunos consideran invasivas y un ataque directo a sus derechos humanos. Mejor sería renombrarla Di-SaaStr.
Ya hablamos de SaaStr hace un año, con respecto al evento que organizaron en Barcelona y, lamentablemente, tenemos que volver a hacerlo por razones similares.
Durante los días 6 y 7 de junio asistí al evento que organizaron en Londres. Aunque no se nos requirieron en el registro las medidas de control relacionadas con el covid-19 como la presentación de certificados de vacunación o PCR que indicaban iban a solicitar cuándo se compraron los tickets, los asistentes fuimos sometidos a controles de temperatura. Este residuo de los protocolos con los que se nos ha machacado durante 3 años sigue siendo una norma coercitiva, con la que se mantiene a la masa domesticada bajo amenaza de expulsión.
Que esto ocurra en Londres es especialmente notable. La población británica ha demostrado una firme defensa de las libertades individuales desde el inicio de la plandemia, oponiéndose a los mandatos que perciben como una violación de derechos. A medida que se relajan las restricciones de movimiento a nivel mundial, las políticas de Di-SaaStr resultan cada vez más desconcertantes.
Basándonos en los principios del Código de Nuremberg, que hacen hincapié en el consentimiento voluntario de cualquier ser humano para someterse a experimentación médica, debemos la imposición de constatar nuestra temperatura corporal vulnera nuestros derechos. La piedra angular de los derechos humanos y del Código de Nuremberg es la capacidad de tomar decisiones autónomas sobre nuestro cuerpo y nuestra salud. Exigir pruebas sobre nuestras condiciones físicas o sanitarias como condición para participar en un evento es una violación de este principio fundamental. Es poco ético y una extralimitación absoluta de la autoridad de una organización.
En una época en la que la fe pública en las estrategias gubernamentales flaquea, las organizaciones deben considerar cuidadosamente sus posturas. La necesidad de seguridad y salud es innegable, pero igualmente importante es la necesidad de autonomía individual y respeto de nuestros derechos.
Aboguemos por eventos y comunidades que promuevan la inclusión, el respeto y la diversidad de pensamiento, pero no propagandísticamente sino de verdad. Debemos mantener los principios del Código de Nuremberg y defender el derecho humano a la toma de decisiones in sobre la salud personal y la autonomía corporal.
Yo, para empezar, no vuelvo a Di-SaaStr.