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Lo que en su día se presentó como la única solución viable para controlar la propagación de un virus se revela ahora como un precipitado sistema de intervención envenenado farmacéutica y médicamente, plagado de irregularidades.
No dejan de surgir estudios al respecto que demuestran que las vacunas Covid, lejos de ser el salvavidas que se nos prometió, han causado un sinfín de efectos secundarios adversos y han puesto en riesgo la salud de millones de personas en todo el mundo.
Estos efectos colaterales, que en su momento se minimizaron o atribuyeron a casos aislados, hoy se reconocen en investigaciones que muestran patrones alarmantes de problemas cardiovasculares, neurológicos, y otros trastornos de salud. El creciente cuerpo de evidencia apunta a un colosal engaño, en el que intereses económicos y políticos prevalecieron sobre el bienestar de la población. Las vacunas COVID-19, como otras, no solo fueron ineficaces, sino peligrosas.
Una llamada urgente: prohibición global de donaciones de sangre de vacunados
Un reciente estudio japonés ha dejado al descubierto una de estas realidades, intencionalmente ignorada por las autoridades sanitarias y los medios de comunicación: la sangre de las personas vacunadas contra el COVID-19 podría estar contaminada, y los riesgos de transfusiones con este tipo de sangre son enormes.
Este estudio, titulado "Preocupaciones sobre las transfusiones de productos sanguíneos derivados de receptores de vacunas genéticas y propuestas de medidas específicas", no deja lugar a dudas. Los investigadores han solicitado una prohibición global de las donaciones de sangre por parte de individuos vacunados con las vacunas genéticas contra el COVID-19. ¿Por qué? Porque los efectos adversos que se han atribuido a las vacunas no solo afectan a quienes las recibieron, sino que ahora amenazan con contaminar a aquellos que dependen de transfusiones sanguíneas.
La investigación hace un llamado urgente a los gobiernos y reguladores para que implementen pruebas específicas y métodos de detección que puedan prevenir una catástrofe aún mayor. Sin embargo, ¿qué es lo que hemos visto hasta ahora? Nada. El silencio cómplice de las autoridades y su negativa a actuar demuestran que estamos ante un sistema que prioriza la narrativa oficial sobre la verdad científica.
Ivermectina: el medicamento censurado que podría salvar vidas
Mientras tanto, la historia de la ivermectina sigue siendo un ejemplo brutal de cómo las élites de la salud han bloqueado intencionalmente tratamientos efectivos para proteger sus propios intereses. Durante la pandemia, este medicamento fue vilipendiado y prohibido para el tratamiento del COVID-19, a pesar de su historial probado como un medicamento seguro. Lo que pocos saben es que, mientras la ivermectina era demonizada y censurada, investigaciones de vanguardia estaban demostrando su eficacia en otro frente: el tratamiento contra el cáncer.
Un innovador estudio dirigido por la Dra. Mandy Juárez en México, respaldado por el reconocido oncólogo Dr. William Makis, ha demostrado que la ivermectina es efectiva en el tratamiento de múltiples tipos de cáncer, incluido linfomas, leucemias, y cánceres resistentes a la quimioterapia. Este estudio probó la ivermectina en 28 tipos diferentes de cáncer, y los resultados fueron innegables: la ivermectina ataca las células madre cancerosas y mejora la eficacia de la quimioterapia.
¿Por qué no se ha difundido masivamente esta información? Porque este medicamento, que cuesta una fracción de lo que cuestan los tratamientos convencionales, pone en jaque el negocio multimillonario de las farmacéuticas. Es más, en un giro aún más oscuro, el Dr. Makis ha señalado que la ivermectina podría ser la clave para tratar los “cánceres turbo” inducidos por las vacunas de ARNm, los cuales han demostrado ser extremadamente resistentes a la quimioterapia. Aquí se nos revela el verdadero alcance de la conspiración: las vacunas no solo están causando daño a la salud, sino que también han impulsado la aparición de formas agresivas de cáncer, mientras que los tratamientos efectivos, como la ivermectina, han sido bloqueados deliberadamente.
La caída del autismo en un condado de EE. UU.
No es casualidad que, en las últimas décadas, a medida que el calendario de vacunación infantil ha ido expandiéndose con agresividad, el diagnóstico de trastornos del espectro autista (TEA) también haya aumentado exponencialmente. Los críticos intentan ridiculizar a aquellos que advierten sobre esta relación, pero las cifras no mienten. Los casos de autismo se dispararon en paralelo al aumento del número de vacunas obligatorias.
Según las conclusiones de una impresionante muestra de 224 estudios diferentes, se ha observado una correlación directa entre eventos que activan el sistema inmune, como las vacunaciones, y el desarrollo de trastornos neurológicos graves.
Los niveles de citoquinas inflamatorias en niños con autismo están por las nubes. Los estudios muestran niveles desproporcionadamente altos de ciertos marcadores (llamados IL-1β, IL-6 e IL-8) que evidencian una inflamación crónica en el cuerpo de estos niños. Estas proteínas, responsables de la respuesta inmune, señalan una desregulación peligrosa. Esta inflamación constante es una clara señal de que algo está fallando profundamente en el sistema inmunológico.
El aluminio, uno de los componentes más cuestionados de las vacunas, es otro factor clave. En estudios con ratones, inyectar este adyuvante inflamatorio generó síntomas que imitan desórdenes del desarrollo neurológico. Pero no estamos hablando solo de animales: los niveles de aluminio en los cerebros de personas autistas son brutales. Se ha llegado a registrar un nivel de 8.74 µg/g (es decir, 8.74 microgramos por cada gramo de tejido cerebral) de aluminio seco en el lóbulo occipital de un niño de 15 años; uno de los valores más altos jamás registrados en tejido cerebral humano.
La prevalencia del autismo en países como el Reino Unido, Noruega y Suecia disminuyó cuando la cobertura de la vacuna MMR (la triple viral de la que hablaremos más tarde) cayó tras 1998. Cuando se retomó la vacunación, los casos de autismo volvieron a dispararse. Además, los bebés prematuros, que reciben una dosis igual a los nacidos a término, tienen un riesgo hasta 14.5 veces mayor de sufrir trastornos del desarrollo neurológico.
Estamos ante una catástrofe de salud pública, causando daños irreparables en toda una generación de niños.
Otro relevante estudio reciente ha puesto en jaque la narrativa oficial sobre la seguridad de las vacunas y su supuesta desvinculación del autismo. En un condado de Estados Unidos, los padres han comenzado a resistirse al calendario de vacunación recomendado, debido a las crecientes preocupaciones sobre los efectos secundarios y la seguridad general de las vacunas. ¿El resultado? Un descenso notable en los casos de autismo.
La responsable del estudio, la Dra. Cynthia Nevison, experta en prevalencia del autismo en California, explica que esto no es una simple coincidencia, sino una prueba directa de que las vacunas tienen un impacto directo en el desarrollo neurológico de los niños.
Este estudio, que debería haber sacudido las estructuras del sistema médico, ha sido intencionalmente ignorado por los medios de comunicación y los entes reguladores. La situación es clara: los padres que están tomando la decisión consciente de no vacunar a sus hijos están viendo beneficios reales y medibles en la salud de sus hijos. Esto debería ser una señal de advertencia para todos.
Análisis críticos definitivos de la vacuna SRP (MMR)
La vacuna contra el sarampión, rubéola y paperas, conocida como SRP o triple viral (MMR en inglés), fue introducida en 1963 y utiliza virus vivos para generar inmunidad. Sin embargo, esta inmunidad disminuye con el tiempo, lo que plantea preguntas sobre su efectividad a largo plazo. Una recopilación de informes publicada el pasado mes de agosto en Ciencia y Salud Natural (español) pone de manifiesto la falta de control sobre estas sustancias, así como los graves problemas que provocan en nuestros hijos.
Enfocándonos en algunas de las conclusiones más llamativas de estas investigaciones, se ha reportado que 1 de cada 640 niños vacunados sufre convulsiones, lo que es cinco veces más frecuente que las convulsiones provocadas por la infección de sarampión. Efectos secundarios graves incluyen trastornos neurológicos, epilepsia y enfermedades autoinmunes y, además, los estudios afirman que no se han evaluado posibles efectos carcinogénicos, mutagénicos o sobre la fertilidad.
La vigilancia de los efectos adversos es problemática. El Sistema de Notificación de Efectos Adversos de las Vacunas (VAERS), utilizado por gobiernos y organizaciones de salud, recibe aproximadamente 40 informes anuales de muertes y lesiones permanentes relacionadas con la SRP. Sin embargo, VAERS es un sistema de notificación pasivo que no busca activamente casos, lo que conduce a un subregistro significativo de los efectos secundarios. Los CDC reconocen que solo una pequeña fracción de los eventos adversos reales se reporta, y se estima que solo el 1% de los efectos secundarios graves se notifican a estos sistemas.
Además, los ensayos clínicos previos a la aprobación de la SRP son cuestionables. Los CDC informan que estos ensayos suelen ser pequeños y no están diseñados para detectar eventos adversos raros.
La vacuna SRP ofrece una protección limitada a los bebés durante su primer año debido a la escasez de anticuerpos maternos, aumentando el riesgo de daño cerebral y muerte. Esta vacuna rara vez proporciona inmunidad de por vida, lo que expone a los adultos pospúberes a un mayor riesgo de lesiones graves o fatalidades.
Decenas de tóxicos en las vacunas COVID
El estudio titulado "Al menos 55 elementos químicos no declarados encontrados en las vacunas contra la COVID-19 de AstraZeneca, CanSino, Moderna, Pfizer, Sinopharm y Sputnik V, con análisis ICP-MS", conducido por biólogos y biotecnólgoos de Argentina y Estados Unidos y publicado en octubre de este mismo año, revela hallazgos interesantes sobre las vacunas experimentales.
Investigadores de diversas instituciones han utilizado técnicas avanzadas de espectrometría para analizar el contenido de diferentes lotes de estas vacunas. Los resultados son contundentes: se han identificado 55 elementos químicos no declarados, entre ellos 11 de los 15 lantánidos citotóxicos utilizados en dispositivos electrónicos y optogenética. Los metales pesados también están presentes en cantidades preocupantes, con cromo hallado en el 100% de las muestras y arsénico en un 82%. La heterogeneidad del contenido sugiere que la composición elemental varía incluso dentro de un mismo vial.
Este estudio no solo desafía la transparencia en la producción de estas vacunas, sino que destaca la necesidad urgente de una revisión exhaustiva de su composición y de los efectos adversos asociados. La revelación de estos elementos no declarados pone en tela de juicio una vez más la confianza depositada por la masa crédula en las autoridades sanitarias y en las farmacéuticas que han promovido estas campañas salvajes de vacunación.
Abortos y otros profundos problemas de salud para las embarazadas
La escritora y periodista Naomi Wolf ha sido una voz crítica en la investigación de los efectos adversos de las vacunas COVID-19, especialmente en mujeres embarazadas. A través de un análisis riguroso y la recopilación de datos de diversas fuentes, Wolf ha demostrado que estas inyecciones pueden tener graves consecuencias para la salud reproductiva. Sus estudios apuntan a un aumento alarmante de abortos espontáneos, inflamación de la placenta (placentitis) y riesgos de esterilidad, efectos que han sido minimizados o ignorados por las principales autoridades de salud pública.
Wolf ha colaborado con equipos de investigadores para analizar documentos internos de Pfizer, que revelan preocupantes patrones de complicaciones en embarazadas vacunadas. Entre los hallazgos, destaca la inflamación de la placenta, un fenómeno que puede llevar a problemas en el desarrollo del feto e incluso al aborto. Asimismo, Wolf ha señalado un aumento en los informes de abortos espontáneos en mujeres embarazadas que recibieron la vacuna. Hasta un 50% de las embarazadas que han accedido al pinchazo reporta eventos adversos y el 10% sufre un aborto espontáneo.
Además, Wolf ha subrayado que las vacunas podrían estar afectando la fertilidad femenina. Ha recopilado datos que sugieren que algunas mujeres han experimentado problemas menstruales severos y ciclos irregulares después de la vacunación, lo que podría tener implicaciones a largo plazo en su capacidad para concebir. Estos efectos adversos, según Wolf, deberían ser motivo de preocupación y urgencia para detener la administración de estas inyecciones en mujeres embarazadas hasta que se realicen estudios más concluyentes y transparentes.
Vaxxed. Del encubrimiento a la catástrofe
Dividido en dos partes, Vaxxed es un documental que explora en profundidad todas estas irregularidades y manipulaciones en los estudios científicos que encubren los verdaderos efectos de las vacunas.
En la primera parte (2016) investiga la relación entre la vacuna triple vírica y efectos secundarios graves como el autismo. A través de testimonios de expertos y padres de niños afectados, el film revela cómo la FDA y el CDC ocultaron deliberadamente estudios que evidencian este vínculo.
Dirigido por Andrew Wakefield, un médico con años de experiencia que lleva investigando el tema desde los 90, el documental expone sus hallazgos, algunos de los cuales fueron publicados en revistas de prestigio como The Lancet.
En 2019, se lanzó la segunda parte, "Vaxxed: The People's Truth", que amplía la investigación sobre el daño causado por las vacunas en bebés de todo el mundo. Esta entrega profundiza en las historias de las familias afectadas y cuenta con la participación de figuras de renombre como Robert Kennedy Jr. y Jimmy Kimmel.
A continuación, puedes ver las dos partes de Vaxxed (en inglés).