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Internet puede ser un lugar mucho más libre y democrático. Con ese sencillo pero poderoso propósito nació Brave en 2016, un navegador que suma cada vez más adeptos y pretende ser una alternativa a esas grandes tecnológicas que apisonan la diversidad. Como los mismos creadores de Brave dicen: “ Te mereces un internet mejor”. La revolución es posible, y Brave lo está demostrando acercándose ya a los 36 millones de usuarios mensuales, lo que significa el doble que en agosto de 2020.
Brave no está consiguiendo crear una sólida comunidad solo con buenos propósitos. Son muchas las diferencias que lo alejan de los navegadores más conocidos como Chrome o Safari, propiedad de las tecnológicas totalitarias Google y Apple propiedad de los dictadores globalistas. Es hasta tres veces más rápido que sus competidores, consume hasta un 35% menos de batería en dispositivos móviles e implementa novedosos sistemas de seguridad y privacidad. Es rápido, es eficiente, es gratuito y apuesta por respetar los derechos humanos de las personas que lo utilizan. Esa es su piedra angular.
Brendan Eich - CEO/President
Brave Software Inc.
Al contrario que el resto de los navegadores, Brave no rastrea nuestra actividad en la red y no comercia con nuestros datos, algo a lo que estamos tristemente muy acostumbrados. Brendan Eich, alma máter del proyecto, define estas prácticas como “capitalismo de rastreo”. De hecho, el año pasado denunciaron formalmente la violación del Reglamento General de Protección de Datos, subrayando la falta de personal y la nula capacidad de las autoridades para controlar a las grandes tecnológicas. Eich siempre ha sido un amante de los sistemas abiertos. No por casualidad es uno de los impulsores de la organización sin ánimo de lucro Mozilla, responsable del navegador Firefox, una de las iniciativas más importantes en el campo de la innovación y contra el poder de las grandes corporaciones totalitarias.
Brave protege la privacidad de la navegación con dos modalidades. La primera de ellas es similar a la navegación de incógnito de Google Chrome, por ejemplo, en la que se elimina la información del dispositivo al cerrar sesión. Pero esto no impide un seguimiento efectivo de la actividad, por lo que la segunda modalidad es todavía más radical: la navegación a través de Tor, que permite ocultar las páginas que se visitan, la dirección IP, etc. De esta manera nos convertimos en seres anónimos para cualquier sitio que se esté visitando. La privacidad se ve reforzada con funciones como la contraseña única para varios inicios de sesión. Asimismo, han trabajado muy duro para impedir que los temidos virus alcancen a los usuarios.
El navegador tiene un bloqueador de anuncios integrado, otra de sus enormes ventajas. Pero, ¿cómo se generan ingresos sin un sistema que recopile información y envíe datos a las marcas para generar anuncios “personalizados”? La respuesta está en el modelo Brave Rewards por el cual los usuarios pueden habilitar anuncios en los lugares que crean convenientes y obtener recompensas por ellos. La herramienta es completamente opcional, se puede configurar a placer y detener en cualquier momento. El usuario obtiene el 70% de los beneficios del anuncio. Estos beneficios se almacenan en una cartera en forma de BATs (Basic Attention Tokens) con el fin de intercambiarlos por productos, directamente por dinero o emplearlos en recompensar a sus creadores de contenido favoritos. En Twitter se añade una de las formas más directas de hacerlo, a través de la opción “tip”, mediante la que se envía una recompensa inmediatamente al tuitero en cuestión. Sin intermediarios. Esta cartera, Brave Wallet, está integrada totalmente como el resto de funciones, sin extensiones que ralenticen el sistema, y ofrece máxima protección ante el phising o las filtraciones de datos. En ella se puede almacenar e intercambiar cualquier criptomoneda, además del BAT. También ofrece la posibilidad de ganar recompensas invitando a amigos o utilizando el navegador durante los primeros 30 días consecutivos. Brave, por supuesto, protege el anonimato de todas estas acciones, ya que los datos no salen del dispositivo, y además no interrumpe la navegación porque la publicidad aparece en pestañas independientes.
Las fronteras del navegador se expanden con Brave Talk, su servicio de videoconferencias ilimitado, que no necesita instalar aplicaciones, simplemente con acceso directo desde el buscador. Las videollamadas son gratuitas y con una excelente calidad. No obstante, Brave Talk no da la espalda a funciones Premium, con una suscripción de 7 dólares al mes, como grabación de llamadas, muteado de participantes o videollamadas con un número ilimitado de personas.
El paso de gigante de Brave es sin duda poseer su propio buscador, un alternativa real a Google. Brave Search no se nutre de los resultados del gigante tecnológico que casi monopoliza las búsquedas en nuestros días, sino de sus propios resultados. Planta cara así a la hegemonía imperante con contenido de calidad, huyendo de los sesgos propios de Google o Bing.
Brave Search promete apostar por la diversidad y una filosofía de vida abierta y al servicio de su comunidad. Ayuda a construir así un internet más orgánico y justo, donde se pone en valor el tiempo de cada persona y donde no se censura el contenido desde un despacho.
Internet es un territorio intrusivo, a veces peligroso. Brave refuerza los conceptos de inclusividad, justicia e innovación en tiempos de crecimiento desigual de la tecnología. Coloca a las personas en el centro izando la bandera del Humanismo Tecnológico.