Hold Up. Una mirada retrospectiva al caos
19 diciembre, 2022Los cobardes, de Aarón García Peña
20 diciembre, 202220 diciembre de 2022
Uno de los diversos métodos de control a los que nos vemos sometidos los ciudadanos de a pie por parte del poder sobre los que existe una información más difusa son las estelas químicas o chemtrails.
Frecuentemente tachada como una teoría de la conspiración, la nebulización mediante aviones o drones de sustancias tóxicas es un mecanismo que lleva décadas utilizándose. En tiempos en los que el aumento natural de la temperatura está siendo utilizado de forma partidista por gobiernos de toda tendencia, se hace más que necesario denunciar el uso de esta ingeniería geotérmica. Nos asustan con el cambio climático mientras avanza la agenda totalitaria.
Miramos al cielo y vemos multitud de gruesas líneas blancas dibujando un patrón. No son inocuas estelas de vapor que desaparecen en segundos, sino elementos químicos esparcidos cuidadosamente para provocar cambios meteorológicos, influir en los cultivos, en nuestro comportamiento y en nuestra salud. Como defensa, la narrativa oficial suele escudarse en que estas técnicas se utilizan precisamente para proteger el planeta de la radiación social o hacer la tierra de cultivo más eficiente. Nos fumigan, constantemente, y las consecuencias son devastadoras.
Los primeros registros de este tipo de prácticas datan de los años 60 del siglo XX. A pesar de que ya en 1976 las Naciones Unidas se pronunció en contra de la cualquier tipo de manipulación climática “con fines militares u otros fines hostiles”1, son muchos los países que siguen poniendo en marcha planes de fumigación y tratamiento químico de los océanos. En España, un Real Decreto de 1986 autoriza los experimentos para modificar las lluvias artificialmente, lo que ha servido de excusa a gobiernos de la Comunidad de Madrid, por ejemplo, para esparcir yoduro de plata y generar nevadas o “estimular las nubes”. En 2012, y no fue la única ocasión, Aguirre dedicó 120.000 euros a este propósito. El yoduro de plata es altamente tóxico, si nos atenemos a las advertencias de los propios fabricantes. Obviamente, los responsables de los experimentos se esfuerzan por comunicar lo inocuo de estos productos.
China lleva muchos años utilizando abiertamente las estelas para manipular el clima. En los últimos tiempos, ha anunciado un incremento en la aplicación de estas técnicas con el fin de disipar el granizo, provocar lluvias o bajar las temperaturas. El gigante asiático pretende controlar las variables climatológicas a través de la nebulización de sustancias como el yoduro de plata en el 60% de su territorio de aquí a 2025. Este proyecto titánico no ha tardado en recibir críticas de países vecinos. India en concreto acusa a China de las consecuencias negativas que sus planes tendrán en su clima, como la modificación de los monzones, y advierte del peligro de que esas políticas avancen hacia prácticas como el control de la radiación solar y otras técnicas de geoingeniería similares que afecten a la salud de los humanos. No se han publicado estudios que respalden la utilidad a largo plazo del control químico del clima a gran escala, por lo que autoridades como la científica Dhanasree Jayaram2 han solicitado que se establezca una regulación internacional al respecto.
Pero ¿qué pasa si la geoingeniería que se sirve de aviones y drones no fuera más que una excusa para causar fuertes lluvias o sequías, en vez de evitarlas? ¿Serían los gobiernos capaces de culpar al calentamiento global para repercutir las consecuencias en nuestro impuestos y modo de vida?
Reino Unido ha admitido abiertamente utilizar chemtrails para “abordar las causas del cambio climático” y reducir la huella de carbono, invirtiendo millones de libras en estos programas. Los medios de comunicación suelen comprar esta versión y ocultar que los metales pesados que contienen estas estelas y que llegan invisibles al suelo dañan el entorno y llegan a nuestro organismo. Múltiples investigaciones señalan a las cantidades inusualmente altas en sangre de aluminio o bario como las culpables del aumento de casos de autismo o enfermedades neurológicas y respiratorias3.
En Australia ya no se ocultan, y han permitido que una farmacéutica administre vacunas vía nebulización aérea para combatir enfermedades infecciosas como el cólera y el virus del Nilo. Big Pharma PaxVax comenzará su ensayo clínico de vacunación forzada en Queensland de manera “limitada y controlada”. Y si hay algo por lo que los gobiernos estén luchando en los últimos dos años, es por vacunar masivamente a todo el mundo.
Cualquiera que se atreva a denunciar estas prácticas se enfrenta al descrédito y la marginalidad, como le pasó a la periodista Raquel Martínez, con una solvente y dilatada carrera a sus espaldas, cuando publicó en Twitter que los chemtrails eran perjudiciales para la salud. Asimismo, la denuncia ante la Comisión Europea del diputado Ramón Tremosa en 2015 tras la confesión de agentes de meteorología de que España estaba siendo rociada con biocidas como el yoduro de plata y el dióxido de plomo quedó en agua de borrajas, pero el tiempo le ha terminado dando la razón. En abril de 2020, un mes después de la declaración del primer estado de alarma, el BOE publicó la orden por la que se autorizaba a las “Fuerzas Armadas y a la Unidad Militar de Emergencias a utilizar biocidas autorizados por el Ministerio de Sanidad en las labores de desinfección para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19”. Según decía el Ministerio de Sanidad, las técnicas de desinfección aérea son más eficaces que las manuales. En conclusión, nuestro país lleva años fumigando a su población con pesticidas letales, amparándose en leyes formuladas supuestamente para protegernos de un virus. Todo encaja.
Hemos pasado de la mayor emergencia sanitaria jamás vivida a la mayor emergencia climática de la historia; de quedarnos encerrados en casa por miedo a una enfermedad a hacerlo por golpes de calor y calimas. Será cuestión de tiempo que el globalismo dicte normas de coerción basadas en el peligro climático. Todo para favorecer a los ecomillonarios como Al Gore y compañía, que invierten millones de dólares en renovables. Vamos saltando de crisis creada en crisis creada, mientras el cielo se tiñe de blanco, para justificar el Nuevo Orden Mundial.
Nada bueno podemos esperar de una cuestión que ha cambiado de nombre a conveniencia, lo mismo es cambio climático que emergencia climática que calentamiento global, y que está conducida por un organismo corrupto como es el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). Varios de los miembros que han formado parte de este organismo ha denunciado la farsa del apocalipsis del calentamiento. Tal es el caso de Vaclav Klaus, que llegó presidir el gobierno de la República Checa y tilda las políticas del IPCC de propaganda. En varias comparecencias explicó que una subida de las temperaturas podría ser incluso beneficiosa. El prestigioso climatólogo Vincent Gray, fallecido en 2018, denunciaba que el IPCC es una organización podrida que carece de independencia, y cuyas apocalípticas predicciones carecen de base científica, pretendiendo apoyar con sus acciones una campaña mundial de miedo y empobrecimiento.
Marvin Herndon, geofísico y autor del ensayo “Chemtrails are not contrails” (“Las estelas químicas no son estelas de condensación”), publicó un artículo en 2015 en el que explicaba claro y meridiano que nos están envenenando por tierra, mar y aire a base de concentraciones de aluminio y otros tóxicos. “A nivel mundial, durante la última década o más, con un aumento constante de intensidad, nuestro planeta está siendo expuesto deliberada y clandestinamente a una contaminación por aluminio… Pero (…) no se está informando sobre la naturaleza de las sustancias tóxicas que se dispersan en el aire“, explicaba Herndon en dicho artículo. “Las operaciones con aerosoles rociados en la troposfera, que se mezclan con el aire que respiramos, han aumentado en frecuencia desde noviembre de 2014 y la pulverización con aviones cisterna se ha convertido en un hecho cotidiano cercano que vuelve cielos azules en blanquecinos y cubiertos de nubes artificiales. Las enfermedades neurológicas han experimentado perfiles explosivos de crecimiento, incluyendo autismo, Alzheimer, Parkinson y otros, así como la destrucción de la vida vegetal y animal. Los aerosoles esparcidos en geoingeniería son la causa “.
Estamos siendo inyectados y fumigados constantemente, provocando en nosotros cefaleas, alergias, fiebre y otros síntomas que derivan en enfermedades que luego ellos mismos medican. Todos los gobiernos están admitiendo abiertamente ya su utilización con diversos fines y las farmacéuticas se frotan las manos. Ha dejado de ser una teoría conspiratoria para pasar a explicar por qué estamos enfermando tanto. ¿Qué pasaría en nuestra salud si dejaran de fumigarnos como a los mosquitos con sustancias químicas que dañan nuestra salud? Necesitamos una legislación a nivel mundial que prohíba los chemtrails. No podemos permitir que esto siga ocurriendo.
1 Convención de 1976 sobre la prohibición de utilizar técnicas de manipulación medioambiental.
2 Geopolitics, geoengineering governance, and the role of developing countries | Dhanasree Jayaram. Observer Research Foundation. 02/11/2021
3 Chemtrails: An Obvious Overhead Pollutant Ignored and Denied | Paul Fassa. Natural Society. 21/04/2013, actualizado 15/02/2022
4 Aluminum poisoning of humanity and Earth’s biota by clandestine geoengineering activity. Marvin Herndon | Current Science. 25/06/2015