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Acabo de enterarme de cómo se llaman aquellas mujeres cuya forma de actuar puede parecerse al de una prostituta pero que, en mi opinión, es éticamente deplorable; aquellas mujeres que clasifican a los hombres que tienen a su alrededor por su capital y luego se lanzan a la caza de los que lideran ese “ranking” con el fin de vivir de ellos el resto de sus vidas: son las RANKINERAS.
Me gustaría empezar diciendo que estoy a favor de la legalización de la prostitución y que las mujeres que han elegido esta profesión, esta forma de ganarse la vida, merecen todo mi respeto. Sin embargo, no puedo sentir la misma simpatía por aquellas de las que voy a hablar en este artículo, las cuales son unos parásitos sociales -no soporto a los vagos- y su finalidad en la vida es no trabajar y aprovecharse del esfuerzo ajeno.
¿Qué aportan las rankineras a nuestra sociedad? A diferencia de las prostitutas, absolutamente nada. Ni siquiera pretenden prestar unos servicios sexuales a cambio de dinero, ya que piensan que se diferencian de las prostitutas evitando las relaciones sexuales con sus víctimas o reduciendo estas a las necesarias para sus patéticos fines. ¡El colmo!
Para comprender cómo piensa un rankinera, el siguiente artículo ayuda: http://freakonomics.com/2007/10/09/the-economics-of-gold-digging/
Estas mujeres analizan a los hombres de su entorno, les ordenan en complejas listas según sus ingresos, estatus social y docilidad en el trato e intentan cazar a alguno de los que ocupan las primeras posiciones. Las rankineras siguen sus listas de arriba abajo, probando suerte con los que las encabezan pero continuando hasta que dan con la víctima perfecta, hasta que se quedan embarazadas y son mantenidas de por vida por aquel que creyó en ellas. ¿Puede haber algo más éticamente reprobable en una persona, más indigno y mezquino en una mujer?
A continuación la transcripción literal de una conversación escuchada en un local de Madrid entre dos rankineras declaradas y orgullosas: “¿Qué tal ese?/Poca pasta. No tiene después para mantenerte/¿Y ese?/ Demasiado carácter. Poco maleable/ ¿Y ese?/ Ese podría ser/ Voy a follármelo y vamos a ver. ”
¿Qué venden estas mujeres? Su producto son ellas mismas. Un producto perecedero y denigrado al máximo. Son todas “princesitas” que buscan un hombre que quiera una mujer florero a su lado, una mujer que no haga nada o prácticamente nada y no le importe denigrarse como persona. Este comercio existe en todos los estratos sociales, ya que es fácil de llevarse a cabo: solo consiste en casarse o quedarse embarazada y vivir de un hombre, mantenida durante el mayor tiempo posible sin dar palo al agua.
Un hombre víctima de una de estas mujeres me contó una vez que cada relación sexual con su rankinera particular le había costado, de media, unos 1.200 euros, teniendo en cuenta que durante dos meses había mantenido sus caros vicios. Este hombre fue lo suficientemente listo para no dejarla embarazada pero sí desembarazarse de ella cuando intuyó que la relación se ponía peligrosa. Yo no pude evitar decirle a este hombre los mismo que un famoso futbolista le dijo en otra ocasión a otro amigo mío: “una puta de lujo te habría salido mucho más barata y no te habría dado problemas; son igualmente espectaculares, normalmente más listas y encima muy profesionales, porque en todas las ocasiones te prestan un buen servicio. La próxima vez, piénsatelo dos veces.”
Así que, caballeros, cuidado con estas “damas”, cuidado con las citadas rankineras, que no quieren más que sacaros hasta las entrañas. Buscaos una buena mujer que sepa que venimos al mundo a aportar y no a succionar, y contratad profesionales del sexo si no podéis/queréis obtenerlo gratis o el que conseguís no es suficiente. Seguid este consejo o entrareis en las galeras como víctimas de las rankineras. No solo perderéis vuestro dinero, vuestros mejores años, vuestra dignidad… sino que corréis el riesgo de perder –cuando ellas decidan que les sois prescindibles- a aquellos hijos que ellas han tenido para alcanzar sus objetivos pero que para vosotros quizás sea lo más importante que habéis hecho en la vida.